miércoles, 16 de junio de 2010

Precariedad se escribe con Z

Por si quedaba alguna duda, Zapatero se reafirma en su posición de garante de las grandes fortunas y adalid de los designios del FMI, haciendo recaer las responsabilidades, cargas y las peores consecuencias de la crisis sobre aquellos que han sido más castigados por ésta: la clase trabajadora.

Y es que el presidente de este gobierno "socialista" ha representado el principal garante de que los embites neoliberales se implementen con éxito, mientras estos desmantelan paulatinamente un Estado del Bienestar imperfecto de por sí: el proceso de Bolonia,la permisividad con la destrucción del servicio público de salud, la ley sobre inmigración... no obstante, nada como unos buenos decretos sobre el mercado laboral para cubrirse de gloria ante sus amigos del FMI o el BCE.

La situación en el Estado Español cada día es más abrupta, con una tasa de paro que se acerca a los 5 millones de personas, mientras la economía sumergida fagocita cualquier tipo de derecho ganado por la clase trabajadora con más sudor y sangre que con otra cosa. Y lo que es peor, esta situación no tiene visos de mejora, sino que cada vez se muestra más como una oportunidad del gran capital para desenroscar las ya de por sí escasas garantías sociales y salir un poco más victoriosos de una contienda que aun está por llegar.

Y es que la crisis es un lujo para el capital: éste no las teme porque sabe que van aparejadas irremediablemente al sistema en el que vivimos. Y no las teme porque, como si de un árbol se tratase, es en estos momentos cuando las ramas podridas se podan, permitiéndose solamente los vástagos más fuertes y vigorosos, los discípulos más aventajados del maestro capital.Es más, la crisis es la verdadera "tierra de las oportunidades" mediante la que se operan los más bruscos cambios en un tiempo record, bajo los argumentos de "que es necesario", "todos debemos abrocharnos el cinturón" y bla bla bla.

El gobierno ha estado bastante ocupado durante estos años: primero tuvo que hacer la gestión para dar dinero de las arcas públicas a los bancos, sin que esto haya servido para nada más que elevar algunas fortunas y tranquilizar a los directores de obra de la Unión Europea y el panorama internacional; luego, ha tenido que ir capeando el temporal como mejor ha sabido, es decir, hablando mucho para no decir nada; y en los últimos meses, Moncloa ha impulsado los mayores recortes laborales de este maltrecho sistema: el tijeretazo y la tan manida reforma laboral.

Ambos son hijos de la misma madre, si no gemelos. Con ellos el gobierno decreta sobre un mercado laboral con menos garantías, más flexible y, por tanto, más precario. La reducción de salarios que ha supuesto el primero, presentado como un "mal necesario" pero justificado ante la opinión pública, ya que eran los "funcionarios" el blanco de los recortes, se acompaña de un mercado laboral ahora más feroz aun que el anterior. Como siempre, el derecho pierde la carrera a la realidad, no pudiendo más que decretar sobre lo que ya existe: el abuso, la explotación, la alienación.

De esta forma,el supuesto gobierno socialista construye el mayor avance de las reformas neoliberales conocidas nunca en el Estado Español, mientras la clase trabajadora se ve cada vez con menos derechos y con menos oportunidades. Y esto no es coyuntural, ni responde a un programa de actuación de urgencia, sino que es el pan de cada día de un sistema que se basa en la obtención del mayor beneficio en el menor tiempo posible, y para eso el Neoliberalismo aporta más que herramientas suficientes: menores salarios, más explotación, más precariedad, menores garantías sociales.

Digamos simplemente que a día de hoy, precariedad se escribe con Z de Zapatero.

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